En el centro de la pista se situaba una mediana oval spina decorada con figuras que eran retiradas una a una según se sucedían las vueltas. Las carreras empezaban con el lanzamiento del pañuelo blanco, este gesto era hecho por el organizador del evento, bajo él, en la arena, se situaban los jinetes con sus caballos y delante de ellos se situaba una cuerda atada a piezas de mármol para marcar la salida, cada uno de los equipos eran llamados factio, estos estaban diferenciados por un color (blanco-albata, verde-preasina, azul-veneta, roja-russata) esto servía para que el público hiciera sus apuestas a la cuadriga vencedora.
Al inicio de la carrera el estruendo era increíble, ya que cuanta más dificultad, mayor era la expectación. Los circos eran relativamente estrechos, por lo que, cuando la factio giraba, se podían producir choques entre ellos o contra las columnas. Una carrera limpia, era una carrera aburrida, mientras que un auriga o jinete arriesgado, se convertía en un ídolo de masas, parecido si cabe a la popularidad de los grandes gladiadores romanos.
Se completaban 7 vueltas, después de las cuales, el vencedor recibía la aclamación del público y compensaciones económicas por parte del emperador o en su defecto del organizador.
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